nº67 | política global

Europa se rearma

La Administración Trump ha dejado claro que quiere que sus aliados europeos asuman más responsabilidad para su propia defensa. Esto no es más que la continuación de sus planes. De hecho, el secretario de defensa, Peter Hegseth, en su viaje a Bruselas en febrero declaró: «La dura realidad estratégica impide que Estados Unidos se centre principalmente en la seguridad de Europa. Pasará a centrarse en asegurar su frontera sur y contrarrestar a China».

De los ochenta mil soldados estadounidenses en Europa, al menos diez mil se retirarán. Retirada que ya ha empezado en Rzeszów, Polonia, centro logístico por donde han entrado todas las armas a Ucrania desde 2022. Ahora bien, esta retirada no supone que EE UU quiera la paz, ni mucho menos; es un cambio de estrategia que pasa de una logística reactiva, de alto coste a corto plazo, a otra de desgaste a largo plazo, y eso sí, la industria armamentística seguirá teniendo sus beneficios.

La pregunta ahora es si Europa puede cubrir el vacío militar que deja EE UU, y si Ucrania puede adaptarse a un nuevo sistema y continuar con su guerra. En respuesta a este reto, Von der Leyen ha anunciado una partida de ochocientos mil millones de euros para un nuevo programa de militarización llamado ReArm Europe.

Los países más belicistas han respondido inmediatamente. «Alemania quiere invertir en armamento —vocifera Friedrich Merz—: Fortaleceremos nuestras fuerzas armadas sobre la base del servicio voluntario». Francia aumenta su inversión en la industria. Suecia aplica el mayor paquete de «ayuda» de su historia, mil doscientos millones de dólares en municiones y otras armas. Polonia ya dedica el 5% de su PIB a la defensa.

¿Cuáles son las razones de esta urgencia en rearmarse?

La narrativa articulada por la OTAN intenta incriminar a Rusia, y alerta de que en breve atacará Europa.

Según el medio danés DR, «incluso si la guerra en Ucrania termina, no hay necesariamente motivos para relajarse. Quizás, por el contrario, suponga tener que evaluar la amenaza rusa dada su superioridad militar».

La prensa británica advierte de que la inteligencia estadounidense augura un ataque ruso «en seis meses».

EE UU pronostica una «guerra terrestre a gran escala en el corazón de Europa» si no destina el 5% del PIB a la guerra, y argumenta que «el poder duro sigue siendo necesario como elemento disuasorio».

Sin embargo, Rusia no se precipita a la guerra; está fortaleciendo sus alianzas estratégicas con China y el Sur global, y se prepara para un futuro a largo plazo.Entonces, sin una amenaza rusa, ¿será que las empresas armamentísticas quieren  seguir teniendo beneficios?

Según el informe 71 del Centre Delàs (Carbonell y Calvo, 2025) sobre empresas de armamento, banca inversora y sus beneficios en los últimos años: las empresas seleccionadas para el estudio han recibido una financiación de más de 279.000 millones de dólares por parte de entidades financieras a nivel internacional. Todas las empresas privadas tienen grandes beneficios; solo Navantia, la única empresa pública, tiene resultados negativos. A más guerras, más gasto en armas y más ganancias. Lo que significa que son empresas seguras en las que invertir, además, prácticamente todas las estudiadas tienen filiales en España, lo que repercute en la creación o mantenimiento de empleo. Todas buenas razones para que la inversión en armamento sea una manera de salir de la actual crisis en Europa, y por tanto que los representantes de los veintisiete hayan asumido la propuesta.

Cuando analizamos los bancos que invierten en estas empresas, observamos que son fundamentalmente entidades de EE UU, seguidas de Francia. En un análisis de España, que en su conjunto invierte más de nueve millones de dólares, destaca el propio Estado, seguido principalmente de la banca privada Santander y BBVA. Estas entidades se verían muy beneficiadas con el fondo de ochocientos mil millones de euros que la UE desea para la inversión en armas, lo que mejorará sus beneficios y el de los bancos que las financian. Mientras, la ciudadanía se queda sin beneficios sociales y pagando una deuda directamente destinada a matar, sin importar a quién, solo importa el negocio.

No es de extrañar que empresas y banca alimenten la necesidad de «defenderse» de Rusia, a pesar de que Rusia ni haya manifestado ni tenga interés en «invadir» Europa.

El mismo modelo, la misma violencia

Estamos ante un nuevo orden mundial y solo vislumbrar la posibilidad de pérdida de poder por quien lo ostenta origina una reacción violenta, cuando no otra guerra más. EE UU no se esconde, ya ha declarado que su objetivo es China. La actitud patriarcal, racista y supremacista es tan obvia, que no hace falta mucho análisis para percibirla. Tampoco deja que sus aliados se alejen del núcleo de poder y destrucción. Ante el acercamiento de Europa a China, el Secretario del Tesoro estadounidense lo ha dejado claro; tendrá como consecuencia cortar su propio cuello si intenta unirse a China.

Por ahora solo cinco países de los veintisiete apoyan la posición del rearme: Alemania, Francia, los países bálticos, y se une Reino Unido a este grupo. Los países europeos no pueden confrontar los aranceles de Trump, responder al aumento de gasto en armas y seguir manteniendo la paz social; es imposible. Europa se encuentra en una situación muy incómoda y tiene pocas alternativas; o bien resuelve su situación y crea alianzas con Asia o colapsa, lo que originaría una fractura y el fin de esta UE. La ciudadanía se moviliza; en junio habrá una contracumbre a la OTAN en Bruselas, una movilización contra la guerra, la militarización y el rearme. Que acepte la integración en un mundo multipolar, donde EE UU deje de ser la primera potencia mundial para dar paso a un nuevo orden mundial de coexistencia pacífica, que debe empezar con el fin del genocidio en Gaza, que se extiende por toda Asia Occidental, por la descolonización de África y la desOTANización del mundo.

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