nº61 | editorial

Palabra de topa

Para este El Topo nos hemos decidido a hacer un monográfico sobre violencias machistas coincidiendo con el décimo aniversario del periódico y sabiendo que estas letras verán la luz en fecha próxima al Día Internacional de Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Las topas, aparte de en días señalaítos, tenemos ganas de abrazar nuestra sororidad en este editorial preguntándonos ¿qué es ser mujer en El Topo? Sabemos que el ser mujer no tiene una sola respuesta, que cada una lo es de una manera en particular, con sus vivencias, sus resistencias, sus maneras incluso de oprimir a otrxs, su manera de estar en el espacio y de compartirlo. En El Topo hemos sido muchas tías siempre, tanto en las asambleas como en las fiestas, en los consejos de redacción, escribiendo, pensando, ilustrando, suscritas, repartiendo, corrigiendo y colaborando de cualquier forma. El Topo ha sido un espacio nuestro.

Como bien sabréis, El Topo se define y se vive feminista, utiliza lenguaje no sexista, dedica gran parte de su espacio a escribir sobre temática feminista o con perspectiva de género. Y, además, no se trata solo de un periódico, también es un lugar de activismo, y es un lugar de militancia mixto. Ya sabemos que militar en un espacio significa muchas cosas, nuestra participación en ellos está atravesada por el ámbito en que nos movilizamos y también por nuestra posición —género, identidad, privilegios…— en el mundo.

Sabéis también que esos carteles que están en los CSOA que ponen «espacio libre de violencias machistas» normalmente no representan la realidad. Desde nuestro punto de vista, los espacios seguros no existen, solo podemos hacerlos lo más seguros posibles.

Entonces, ser mujer en El Topo es sabernos feministas, pero también es tener conciencia de no haber abordado como colectivo las violencias machistas internas hasta que saltaron a la palestra; es poner la vida en el centro al tiempo que asumimos que, a veces, hay topxs que nos dejan porque se sienten no cuidadxs en el proyecto; es hablar de sororidad pero cansarnos de los temas de maternidad que proponen las topas que andan maternando; es estar de asamblea de fin de semana en la sierra, de encuentro y juntera necesaria, y que acosen a una compañera en un bar; es sentir la mirada sorprendida de los currelas de la imprenta donde recogemos los fardos de nuestro topito en papel porque dos mujeres van a cargarlos; es llevar donetes con manteca de cerdo (a pesar de tener compas vegetas y veganes), fruta, oreos, almendras y papas al consejo de redacción; es repetir la foto, es evitar la foto, es querer primer plano en la foto.

Ser mujer en El Topo es sentirte parte de un espacio en el que, aun sin estar libre de las múltiples manifestaciones que tiene el patriarcado, podemos expresarnos y sabernos escuchadas por cada una de las personas que componen el colectivo. Que podemos dar un puñetazo sobre la mesa cuando nos despistemos de poner la vida en el centro y un lugar en el que (y desde el cual) reivindicar la ternura. No podemos decir que lo estemos haciendo del todo bien, pero sí que El Topo lo intenta, le pone cariño, pensamiento y acción a ser consecuentes, a estar pendientes de las demás. Las topas seguimos dispuestas a continuar repensándonos y cuidándonos en lo colectivo, abiertas a aprender de las demás y empeñadas en construir el mundo que nos merecemos, todos los años que haga falta. ¿Nos acompañas en el camino?

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