LA PREVISIBLE BURBUJA DE LA EXCLUSIVIDAD TURÍSTICA SOBRE LOS ESPACIOS PROTEGIDOS QUE SOBREVIVIERON AL ESTALLIDO DE LA BURBUJA INMOBILIARIA EN EL EXPLOTADÍSIMO LITORAL MALAGUEÑO. EN ESTE CASO, EN MARO Y NERJA.
El pasado 29 de abril, el Ayuntamiento de Nerja aprobó en pleno el convenio del Plan Larios, en Maro. Convenio que contempla la realización de un campo de golf de 18 hoyos, una urbanización con 680 viviendas de lujo y varios hoteles exclusivos con zonas comerciales sobre una superficie de 200 ha de uso agrícola y de gran valor cultural, medioambiental y paisajístico.
Se trata de un megaproyecto urbanístico que amenaza con arrasar las fértiles huertas de Maro, que destruye numerosos empleos en la agricultura, su excepcional paisaje y, por supuesto, el histórico vinculo comunitario que ha mantenido la población con la tierra durante más de cuatrocientos años. A lo largo de este periodo se ha ido construyendo un abundante patrimonio arqueológico preindustrial, industrial y del agua vinculado a la labor agrícola que hoy día aún se conserva.
La pedanía de Maro se encuentra enclavada entre el paraje natural de los Acantilados Maro-Cerro Gordo y el parque natural de las sierras Almijara, Tejeda y Alhama. Fue declarado bien de interés cultural (BIC) como paraje pintoresco y sitio histórico en los años sesenta del pasado siglo, y se sitúa dentro del ámbito de protección de BIC y monumento natural de la Cueva de Nerja. Actualmente la zona está protegida por el vigente PGOU de Nerja y por el plan de ordenación territorial de la Axarquía (POTAX).
UN ACERCAMIENTO HISTÓRICO A LA PROBLEMÁTICA
La mayor amenaza urbanística para Nerja y Maro proviene, precisamente, del mayor latifundista de la provincia: la Casa Larios, difuminada hoy día en el anonimato que le proporciona su principal compañía: SALSA (Sociedad Azucarera Larios SA).
El musical y culinario acrónimo contiene muchos de los componentes materiales e históricos de Maro y Nerja en los últimos 150 años. Igualmente engloba las complejas relaciones económicas, sociales y de poder que ha mantenido la familia Larios con el pueblo y sus habitantes durante este periodo, y que perdura con su principal referencia simbólica: la Casa de la Marquesa, extraordinaria parcela con una histórica casa solariega vacacional y lugar donde se origina la pedanía de Maro a finales del siglo XVI a raíz del cultivo y la transformación de la caña dulce.
Aunque la Casa Larios ya estaba presente en Nerja desde mediados del siglo XIX, no es hasta 1930 cuando compra al Banco Hipotecario de España el grueso de tierras y propiedades que le faltaba adquirir en Maro, ampliando su latifundio con las tierras de la antigua colonia agrícola Las Mercedes y Maro, eriales transformados en fértiles tierras de cultivo mediante el aporte continuo de sustratos llevado a cabo por el campesinado durante generaciones. Los límites, con cinco kilómetros de costa, abarca desde el barranco de Burriana a poniente, hasta el río de la Miel a levante.
El enorme territorio adquirido incluía también todas las construcciones realizadas en siglos anteriores, tales como el ingenio preindustrial Armengol que se encontraba en desuso; las infraestructuras hidráulicas de canalización de las aguas de riego, donde destaca el acueducto del Águila; la fábrica azucarera-alcoholera San Joaquín y El Pabellón. Larios nunca construyó fábrica nueva o infraestructura alguna en la zona. Su plan era deshacerse de la competencia mediante la compra y cierre de las fábricas e ingenios ya construidos por el empresariado local que pudiera hacerle competencia, consiguiendo de esta forma monopolizar la producción de caña y la fabricación de azúcar en Maro y Nerja.
Durante su larga presencia y hasta nuestros días, Larios influye y condiciona significativamente la vida política y económica de Nerja y Maro y de toda la Axarquía, hasta el extremo de poner y quitar alcaldes y presentar candidatos propios a las elecciones; acumula bienes inmuebles y terrenos de cultivo del endeudado empresariado
local y endeudando al campesinado; protagoniza numerosos conflictos sociales y laborales debido a la baja de los precios a pagar por sus cosechas y a las precarias condiciones laborales a las que somete a sus obreros fabriles.
Una vez alcanzado el objetivo de monopolizar el rentable negocio del monocultivo azucarero en toda la costa de la Axarquía, y tras la crisis en el sector ocasionada por la bajada de los precios del azúcar extraído de la remolacha, Larios comienza en la segunda mitad del siglo XIX el cierre paulatino de sus fábricas, cerrando las últimas a finales de la década de los 60 del siglo XX, y reorienta sus intereses y el importante patrimonio acumulado al sector inmobiliario en la incipiente y prometedora industria del turismo, actual monocultivo del litoral malagueño.
EN LA ACTUALIDAD
Larios mantiene sus propiedades en barbecho social mediante contratos precarizados de nueve meses renovables, hasta que los procesos de urbanización le permitan obtener la plusvalía que le genera la capitalización de las tierras por su cambio de uso.
La maquinaria del capitalismo no puede detenerse de forma alguna: si en determinadas coyunturas considera que algunas de la variables que influyen en la producción de valor necesitan de un ajuste, lo hace, caiga quien caiga y lo que caiga; si no puede actuar en la de capital variable, los trabajadores —asunto que solucionó hace tiempo rozando los límites tolerables en cuanto a devaluación salarial y precarización en los contratos laborales (cuando los hay)—, actúa entonces en las de capital fijo, en este caso los recursos naturales, la naturaleza, la tierra… ¿Y qué hay más natural y exclusivo que un espacio natural protegido y de gran valor paisajístico como es Maro y su entorno?
Es en este contexto histórico y geográfico donde planea nuevamente un plan urbanizador de gran envergadura que amenaza con destruir una de las pocas zonas no urbanizadas en toda la Costal del Sol. Actualmente Nerja presenta un panorama excepcional en la costa de la provincia de Málaga y prácticamente en todo el Mediterráneo español: el 70% de su litoral está libre de urbanización y se encuentra protegido urbanísticamente. En la plataforma «Otro Maro y Nerja es posible» seguiremos luchando para que siga así.