Compartir nuestro primer año de vida material con los diez años que lleva nuestro querido Luis ofreciendo cultura, de la que nos interesa, de la no hegemónica, en su discreta y coqueta, aunque potentísima librería La Fuga, nos llena de felicidad. Pero a este sentimiento se le une el de esperanza y empoderamiento, al ver que también celebramos aniversarios de proyectos que día a día muestran y demuestran que otra realidad es posible. La Casa Grande del Pumarejo, la Oficina de Derechos Sociales y el Colegio Público Huerta de Santa Marina, llevan 10 años trabajando colectivamente por configurar un mundo en el que lo más importante sean las personas independientemente del origen, la edad, el género…
Que estos diez años sean solo el principio del principio y que todas lo podamos disfrutar y sigamos caminando en esa dirección. ¡Salud y larga vida a los proyectos que construyen realidad deseable día a día!
Huerta de Santa Marina. Diez años ocupándonos
Érase una vez, hace diez años… ¿un palacio?, ¿un castillo? No, un colegio público, el colegio Macarena, lleno de niños y niñas, pero muy viejo, un colegio que estaba descuidado como la escuela pública.
Un día se rompió el techo y las familias decidieron defender a sus niños y niñas… ¿de un dragón?, ¿de una bruja? No, de la desidia de los gobernantes. Y defendiéndolas, defender también a la escuela pública
No volvieron a llevarlas a ese cole y dieron clases en la calle y lucharon… ¿con espadas?, ¿con fuego? No, con palabras y con organización. Encontraron un edificio vacío, con un gran patio y un ficus maravilloso, que ya fue un colegio en su día y que entonces albergaba algunas dependencias de la UNED y un aparcamiento en el patio. Decidieron que tenía que volver a ser un colegio: abrieron la puerta, entraron y se quedaron. Negociaron permanecer en él hasta que arreglaran su colegio y… ¿colorín colorado, este cuento se ha acabado? No, como este colegio era más grande, siguieron llegando niños y niñas. A la hora de volver al antiguo, ya no cabían. Nos separamos entre todas, haciendo asambleas por clases, expresando nuestras preferencias, en un proceso laborioso que terminó con todas las familias contentas, sin comer perdices, pero cada una en el cole que quería. Exigimos programas educativos iguales en los dos colegios hermanos.
Teníamos un colegio nuevo en el barrio, un edificio recuperado por grandes y pequeñas al que había que ponerle nombre.
Se lo pusimos entre todas, derrochando pasión y debates: Huerta de Santa Marina. En 1936, a punto de inaugurarse, empezó la guerra; entonces, un grupo de maestras republicanas ocupó el colegio para que no fuera hospital de campaña. Luego, los que ganaron la guerra le pusieron Padre Manjón, a pesar de que el nombre que iba a tener bajo la República era «Huerta de Santa Marina».
Y, ¿colorín colorado, este cuento se ha acabado? No, hicimos una asociación de madres y padres a la que llamamos «Somos Escuela», porque lo somos. Los estatutos establecieron toda la capacidad de decidir en la Asamblea. Cambiamos «dirigir» por «coordinar», dándole una estructura flexible a la Junta de Coordinación para que pudiera cambiar cada curso.
Desde entonces, hemos vivido experiencias individuales y colectivas intensamente; hemos crecido como personas y como comunidad; hemos conocido a Luciano, que nos ha regalado un huerto que también crece y que simboliza la educación inclusiva que queremos, en la que nadie sobra; hemos organizado el programa de huertos escolares; hemos discutido, hemos despedido, hemos recibido, hemos construido barrio luchando contra la despeatonalización de nuestra Alameda, a favor de que haya espacios públicos que disfrutar, con bancos y árboles; nos hemos encerrado para proteger nuestro querido Huerto del Rey Moro; hacemos un mercadillo 3R, intentando salir de un modelo económico en el que no creemos; establecemos redes de solidaridad y espacios de convivencia; tenemos un fondo solidario para que nuestros niños y niñas hagan todas las mismas cosas, y sus familias devuelven lo que reciben de la comunidad con sus saberes, que son muy valiosos para nosotras; hacemos una fiesta de fin de curso que es la verbena del barrio, bailamos juntas; hemos construido la Red de Ampas del Casco Antiguo y organizado jornadas en defensa de la escuela pública. No hemos parado, las perdices siguen felices y nadie se las come, ni siquiera hemos tenido tiempo de mirarlas.
La tribu se fortaleció hace dos años, cuando las familias empezamos a entrar en las clases mediante la creación de los grupos interactivos. Este año, 10 años después de la ocupación, nos iniciamos como comunidad de aprendizaje. Estamos en la fase de los sueños, soñando el cole que queremos, al que nos dirigimos, sin calabazas, sin carrozas, sin zapatos de cristal, trabajando en intentar vivir felices. Y, colorín colorado, este cuento no ha hecho más que empezar.
ODS, diez años de lucha contra la precariedad y por la defensa de los derechos sociales
Este año se cumple el décimo aniversario de la ODS (Oficina de Derechos Sociales de Sevilla), un colectivo nacido en 2004, de carácter autónomo y formado en su origen por activistas de movimientos sociales, trabajador@s sociales y abogad@s.
Hace diez años, formamos este colectivo con la idea de crear un proyecto que tuviera continuidad en el tiempo y cierta solidez, después de deambular de un proyecto a otro durante años de militancia. Tras meses de reflexión, decidimos crear la ODS. Los objetivos que nos marcamos fueron la creación de nuevas formas de lucha contra la precariedad, la defensa de los derechos sociales y la conquista de nuevos derechos.
Nuestra práctica es el sindicalismo social, una nueva forma de hacer política y sindicalismo de base que parte desde la autoorganización de colectivos que padecen la precariedad en primera persona: precari@s, emigrantes, obrer@s, jornaler@s, trabajador@s invisibles, con contratos temporales, hipotecad@s de por vida, etc.
La ODS investiga sobre las nuevas formas de organización: se abren asesorías de información legal y social en distintos barrios, se construyen espacios de formación y talleres, se dan clases de castellano como espacios de aprendizaje y encuentro para inmigrantes, se elaboran guías de derechos básicos, se hacen acciones e intervenciones frente a situaciones de vulneración de derechos, se crean espacios comunes entre precarios/as, autóctonos y migrantes, etc.
Durante estos diez años, la ODS ha fomentado iniciativas como la lucha de los sin papeles mediante la creación en 2009 de la primera asociación de inmigrantes sin papeles de Sevilla, la lucha por la despenalización del top manta, la participación en la lucha vecinal desde la Casa del Pumarejo o la plataforma Barrios en Lucha. Asimismo, ha participado en la creación de distintos grupos de mujeres trabajadoras del servicio doméstico cuya base ha sido la cuestión de los cuidados como crítica feminista radical a una sociedad organizada en función de los intereses de los mercados, no de las personas. Gracias a esta lucha desde el año 2006, hoy se ha consolidado una Asamblea de Mujeres del Servicio Doméstico en la ODS.
Queremos destacar nuestra participación en la organización de los May Day de 2005 a 2007: un proceso-evento que tuvo la capacidad de construir espacios de lucha contra la precariedad dentro de un marco político más autónomo y con la participación de sindicatos alternativos.
También queremos mencionar la Caravana por la Libertad de Movimiento, una mani que se celebró en 2005 en las mismas puertas de la frontera sur de Europa, en Ceuta, y en la que pudimos compartir con los compas inmigrantes su vida y realidad.
En el año 2010 realizamos un documental sobre la realidad de la inmigración en Sevilla, titulado Nuevos vecinos en la plaza, que formaba parte del DVD Catálogo de prejuicios de la inmigración.
No queremos olvidarnos de la importancia de participar durante estos diez años en la construcción de un espacio de referencia política para los movimientos sociales: el Centro Vecinal Pumarejo y la Plataforma por la Casa Pumarejo. Hoy día, este espacio está más que consolidado y alberga a numerosos colectivos y proyectos, además de mantener viva la lucha por la Casa Pumarejo.
Por último, destacar que en el año 2011 la APDH reconoció a la ODS con el Premio Anual de Derechos Humanos, algo que nos emocionó y nos ayudó a fortalecer el proyecto.
Hoy la ODS sigue viva y en construcción permanente. Esperamos seguir reinventándonos en los próximos diez años.
El «Pumagma» cumple 10 años
La lucha ciudadana en defensa de la Casa del Pumarejo empezó en el año 2000. Son muchos los hitos importantes en esta briega, aunque nos centraremos aquí solo en uno de ellos.
Y es que se han cumplido diez años desde que la Plataforma por la Casa del Pumarejo creara el Centro Vecinal Pumarejo como un espacio para la actividad social. Quizá sea la iniciativa más ambiciosa y prolífica de cuantas se han emprendido en pro de y en torno a esta emblemática casa, a través de la cual la ciudadanía ha generado mucho, diverso y valioso procomún.
Situémonos en septiembre de 2003, cuando la plataforma llevaba ya tres años de andadura, centrada en presionar a los responsables públicos con competencias para atajar el mal estado del vetusto edificio y el desalojo que amenazaba a sus vecinas. Hasta entonces, la entidad había abierto el patio a diversas actividades y promovido el Mercadillo Cultural Pumarejo, que aportaba vida a la plaza cada sábado. Pero consideró conveniente dar ya un gran salto en la revitalización de la casa, como pieza clave de su salvaguarda y supervivencia, apostando por la creación en su interior de un espacio para el encuentro y el trabajo de la «cuidadanía».
Así, se ocupa y acondiciona un gran local cerrado desde hacía años, mientras se debate cómo funcionará el futuro espacio de uso y gestión comunitarios. El 8 de mayo de 2004 abre sus puertas el Centro Vecinal Pumarejo.
Inicialmente, el centro es solo el local sito en una esquina del edificio. Pero, al tiempo, se muestra insuficiente para acoger tanta actividad y, además, conviene seguir revitalizando, usando y cuidando una casa con muchos espacios ociosos y abandonados. Toca ampliación: progresivamente, se ocupan, arreglan y abren otras tres dependencias. En una de ellas, que se nombra «Espacio Rosa Moreno» en homenaje a una anciana vecina muy querida y combativa que ya nos había dejado, se instala en 2009 una biblioteca: nace la Bibliopuma.
En estos diez años, el Centro ha acogido, promovido o ayudado a generar una gran cantidad y variedad de actividades, actos y enredos: reuniones de entidades y colectivos, mesas redondas, exposiciones, charlas, talleres, actuaciones, fiestas, encuentros, cursos… Y muchos son los colectivos que ha albergado: Oficina de Derechos Sociales, Liga de Inquilinos, Mujeres Supervivientes de Violencias de Género, Taller de Español, Arquitectura y Compromiso Social, Taller de Costura, Asociación Vecinal La Revuelta, Taller de Italiano, Ecologistas en Acción, Taller de Yoga, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Moneda Social Puma, MercaPuma…
Desde la Asociación Casa del Pumarejo, la entidad que aglutina ahora la vitalidad del edificio, el futuro que perseguimos para este es que, una vez sea por fin rehabilitado por el Ayuntamiento (que es su propietario único desde hace cuatro años), en su planta alta se habiliten 26 nuevas viviendas sociales, mientras que la baja mantenga la actividad de los establecimientos existentes, y algunos más, así como de los espacios de uso comunitario ya en funcionamiento, cuya gestión ha de seguir a cargo de la propia ciudadanía autoorganizada.
Apuntando hacia esto último, el colectivo logró que en mayo de 2011 el Ayuntamiento acordara reconocer oficialmente la gran labor realizada en pro de este señero edificio y su vida, catalogado como Monumento en 2003 por sus altos valores patrimoniales tanto arquitectónicos como etnológico o «de uso»1 , concediéndole a la entidad por 15 años la gestión de las dependencias de uso social ya en funcionamiento, más una vivienda.
Fuera del convenio firmado al efecto quedaron finalmente los asuntos por los que la asociación realmente había estado batallando durante años con el gobierno municipal: cómo se ejecutarán las obras de rehabilitación, cómo se beneficiará el barrio de dicha actuación, cómo se realojarán mientras las vecinas y comerciantes de la casa… Desde entonces ha sido prácticamente imposible, y muy improductiva en lo concreto, la interlocución con el Ayuntamiento.
La última y elocuente muestra: en julio le planteamos una serie de arreglos urgentes de seguridad y mantenimiento en el muy castigado patio de la casa; aportamos informes técnicos y ofrecimos los fondos, las especialistas y nuestra disposición para acometerlos, aun correspondiéndole ello a la propiedad. Aún esperamos respuesta…
Pero ya abordaremos ese tema otro día.
1 BOJA nº 147 de 1 de agosto de 2003.