Trece meses han transcurrido desde la ocupación del antiguo colegio Rey Heredia por la Acampada Dignidad. Situado en el distrito sur de Córdoba, el edificio llevaba varios años en desuso y tenía ya su derribo previsto. En este tiempo, reuniones, asambleas, charlas, debates y jornadas han dado vida a este espacio abandonado por las administraciones. Las ideas e ilusiones surgidas en ese encuentro de personas y colectivos han sabido plasmarse en una plena realidad constructiva, que llena de actividades al Centro Social Rey Heredia. La Cocina Abierta, donde se cocina y distribuye comida diariamente, no como caridad sino como apoyo mutuo; la Biblioteca, cuyos estantes contienen ya miles de libros y que se ha convertido en un espacio cultural por y para el pueblo; Radio Dignidad, que emite diariamente para toda la ciudad; el Proyecto Educativo Sociafectivo, que une clases de apoyo con educación emocional y social; la Huerta Ecológica o multitud de talleres de índole diversa fruto del trabajo desinteresado y solidario. Esto es poder popular: el pueblo que toma y hace suyo lo que le pertenece. Para evitar esta labor tan «peligrosa», el ayuntamiento cortó hace meses el suministro de agua y de electricidad al centro. Además, denunció a diez personas acusándolas del delito de usurpación y solicitando el desalojo inmediato, lo que todavía está pendiente de juicio. Juicio que podrá imponer multas y condenas «legales», pero que no conseguirá cerrar las puertas del Rey Heredia ni borrar lo que representa. Porque la solidaridad no es delito.