nº26 | farándulas

¿Sabes qué ocurre cuando sueñas?

¿Conoces ese momento de atrevimiento en que una sonrisa de medio lado se te dibuja en la cara porque llevas un buen rato dándole forma a una ilusión, y en tu cabeza tiene tanta definición que terminas diciendo: «¡podría ser!»? ¿Te ha pasado alguna vez que comienzas a dar un paso que te lleva a otro y cuando te das cuenta estás viendo a lo lejos el lugar adonde querías llegar? Tengo la esperanza de que quien lea esta elección personal de palabras, se vea reflejada. Que tras abrir las compuertas del interior para hablar de La SinMiedo se destapen los cerrojos de las incertidumbres, se retuerzan los temores hasta romperse, se zarandeen las pasiones y, como un efecto dominó, se enciendan las ideas y brillen hasta cegar.

¡Miedo! ¡Tomad miedo a espuertas! ¡Abrid la boca, dejad que os bloquee, que os haga inútiles, que mutile vuestra esencia! Esta idea penetra, te la crees. Nos arrebatan nuestro poder. Así nos controlan, así: el miedo paraliza; el miedo tiñe todo de miedo y lo ensombrece todo. Pensar desde el miedo; hacer con miedo; sentir miedo, te deja muerta de miedo ¿Entonces? Localizas al enemigo; te cabreas cuando descubres la estrategia; tiras del hilo y empiezas a ver cómo se articula todo. Y salen palabras que describen a la perfección cada centímetro de injusticia que has sentido desde que eras pequeña. ¡Pum, patriarcado! ¡Pum, sexismo! ¡Pum, discriminación! ¡Pum, desigualdad! ¡Pum! ¡Pum! ¡Violencia! ¿Cómo? ¿Perdona? ¿Qué? ¡No! ¡Me niego! ¡No quiero! ¡No, no y no! Ni para mí, ni para nadie. Así no merecemos vivir la suerte de haber nacido; así no podemos inventar el mundo; así no podemos limitarnos; así no pueden arrebatarnos la vida. Mujeres, niñas, adolescentes, adultas, ancianas: todas recortadas por el género; todas delimitadas y restringidas; todas anuladas y abocadas a una única forma (60 90 60), a un único porvenir (parirás, y encima con dolor), a un único modo (calladita estás más guapa, tú de esto no sabes, no te pongas histérica), a un único lugar (la reina de mi casa) ¡Tiren de las vendas! Encuentren sus claves para «darse cuenta», pero no tiren su presente, no desdibujen el futuro… Porque esto es vivir ¡sin libertad!

El mensaje está por todos lados, se convierte en cimiento y ladrillos de nuestra identidad. El género como segunda piel, más pegado que unos vaqueros de pitillo. Nos dan el guion para aprender y saber cómo es una mujer, cómo debe ser un hombre; qué podemos y no podemos hacer; a qué podemos y no podemos aspirar; qué se espera de unas y de otros; qué se nos prohíbe, qué se nos exige. Cuentos, historias, letras, colores, juegos, espacios, deberes, familia, iguales, sociedad, cultura, tradición… ¡ah vale!, ya sé de qué va todo esto. Y te cae en las manos un arma letal que se llama feminismo y aún le pones más cara al lobo, y te quitas de un plumazo la caperuza roja, te frotas las manos y no queda más remedio que desarticular, desmontar, desenmascarar, deconstruir. ¿Cómo? Pues donde las dan las toman, así que por el mismo camino pero en dirección contraria. Vamos a coger una cucharadita de arte, una pizca de sensibilidad, un cacho de humanidad, un trozo grande de justicia, litro y medio de emociones. Vamos a espumar los estereotipos, vamos a tirar a la basura los roles y los rasgos propios de hombres y mujeres. Agitamos y vamos a pedir teatro con género, música con género, pintura con género, movimiento con género. Vamos a ir al origen, a la raíz del problema (con sus métodos), pero aliando la perspectiva de género con la cultura. Al cante Icia Casado, con un toque de Noelia Casado: ambas con el Payán por montera —apellido materno— y sin ninguna intención de contraer matrimonio (ya lo tenemos incluido en el apellido paterno). Dos locas y soñadoras, torpes pero buenas aprendizas; luchadoras de causas por pasión, por justicia, con las mejores intenciones. Trabajadoras y humanas, con sus luces y sus sombras. Dos mujeres, dos hermanas genéticamente idénticas que vuelven a compartir su ciudad natal y que, con falta de empleo —que no paradas—, retoman las ganas de hacer juntas y comienzan a inventar. «¿Qué estarán tramando?», se preguntaba continuamente su madre cuando eran pequeñas. Y a creerse capaces de generar su propia oportunidad. Bellas artes, psicología y feminismo por las venas. «¿Qué hacemos con esto sister?», se preguntaron: le miraron los bajos a su casa para ponerse manos a la obra. Empezar a quitar matojos, tirar escombros y sacar brillo a un maravilloso lugar cubierto de abandono, suciedad; pero con una voz alta y clara que las llamaba. «Tenemos que hacer y este lugar nos da para tanto…» Espacio de encuentro social: medio ambigú, medio local cultural. Pidiendo ayuda, estaba claro. Amigas, familia, cojan herramientas. Tornillos, caladoras, taladros, andamios, fuerza. Gracias a todas las personas por adelantado. Tiempo y energía a raudales. Papá, mamá, confiad en nosotras. Vamos a rescatar este mágico lugar en el que podamos brindar con oportunidad para todes. Decidimos el nombre del proyecto nueve meses después, con el artículo la por bandera. ¿Nos tienen acorraladas con el miedo? Pues un nombre con mensaje, que nos libere al llamarnos, con el que invocar a esa versión que todas llevamos dentro, a imaginarnos sin miedo: La SinMiedo, así, todo junto, mezclando Fusión Género&Cultura. Y la parimos entre nosotras; entre todos y todas, teniendo que explicar muchas veces, pero logrando ser entendidas. Pero, qué bien iría con algo de comida entre los dientes, y un buen trago para bajarla, ¿no? Pues una barra y comida casera: cuidada, con un poco de conciencia y con mucho de buen trato. Un apartado gastroanímico donde sentirse bien sea el mejor de los ingredientes. Un año y tres meses después, nos encontramos con lágrimas en los ojos cada vez que ocurre algo hermoso, con miles de abrazos dados y tres mil recibidos; con propuestas de grandes profesionales, mujeres y hombres que se arropan con el feminismo, que se dejan la piel por ser lo que quieren ser y hacer con magia entre los dedos. Horas infinitas de trabajo, gastos y cansancio acumulado; tensiones por legalidades inalcanzables. Pero con tanto amor por lo que hacemos, tanto reconocimiento, tanta alegría, tanta gente bonita que llega y se queda; tanto olor a cambio, a buenas maneras, a buen ambiente y con una «infinita gratitud». Y entonces, ¿qué es La SinMiedo? Es un proyecto que vive en un espacio social, creado desde la necesidad de ofrecer a la ciudadanía un encuentro entre prácticas, formación y muestras artísticas y vivenciales impregnadas de la perspectiva de género e igualdad. Buscamos relaciones saludables y de buen trato; ser vehículo para la transformación y la mejora social. Se desea practicar un código que se nutra de claves feministas; que no son otras que la lucha por la libertad de mujeres y hombres; para que puedan vivir con la misma dignidad, derechos y oportunidades. Por esto y por mucho más, nuestro grito siempre será: ¡larga vida a La SinMiedo!

Nos apoya

Espacio de consumo crítico en el centro de Sevilla. Queremos acercar ala ciudadanía los productos ecológicos, artesanos, locales, de temporada y/o de comercio justo. Nuestra prioridad son los productos a granel sin envases. Apostamos por las relaciones de proximidad, lo que nos permite conocer a la persona que elabora o cultiva aquello que comemos, usamos o llevamos. Así sabemos de dónde viene y cómo se hace y es más fácil controlar la calidad de lo que compramos.