nº64 | todo era campo

Poner en valor el pasado para construir el futuro

Valorar lo que se ha hecho en un determinado momento no siempre es fácil. Cuando estás actuando surgen miles de problemas, dificultades, desencuentros, etc., que te hacen pensar en dejarlo todo. Al final no lo dejas, por el compromiso que has adquirido contigo mismo y con el colectivo. Estás dentro de una vorágine que no te permite ver la importancia de la situación o, simplemente, lo estás haciendo porque crees que eso es lo que hay que hacer y no hay otra salida: se hace y no lo consideras tan importante.

En esos momentos no somos conscientes de lo que estamos construyendo. Cuando pasa el tiempo, y solo entonces, lo valoramos.

Esta idea es la que nos ha llevado, a un grupo de personas, a cuestionamos lo que está pasando con los movimientos vecinales actuales, teniendo en cuenta los antecedentes que se dieron en entre los años 75 y 85 aproximadamente, en los que la efervescencia política llevó a la gente normal, la que había estado callada, a ver que organizarse colectivamente era importante para conseguir que sus barrios y sus vidas mejoraran.

En estos barrios (Polígono Norte, Hermandad del Trabajo, Los Príncipes y Parque Norte) se realizaron toda una serie de actividades colectivas que tenían gran importancia para el desarrollo de sus vidas y el encuentro entre vecinos y vecinas.

A todas estas actuaciones no se les ha dado la importancia que tuvieron y consideramos necesario poner en valor a todas aquellas personas —muchas de las cuales ya no están entre nosotras— y colectivos que participaron en el desarrollo cultural y social de la zona. Queremos sacar a la luz todo lo que se hizo para que sirva de espejo donde reflejarnos en la actualidad y repensar cómo se podría volver a actuar colectivamente o, al menos, que las generaciones más jóvenes sean conscientes de que muchas de las libertades y derechos que tienen hoy se consiguieron desde sus propios barrios.

Con estas premisas, supimos de la experiencia que se había hecho en el barrio de San Diego digitalizando vídeos y fotos antiguas, donde también se valoraba la historia colectiva que tiene este barrio. Nos pusimos en contacto con el equipo de La Digitalizadora de la Memoria Colectiva y accedieron a trabajar con nosotras.

Formamos un grupo motor con representantes de los distintos barrios de la zona y durante un año estuvimos trabajando con La Digitalizadora. Acotamos el espacio de actuación, establecimos los acontecimientos importantes, fechas, eventos, personajes, asociaciones y localizamos a personas que podían tener información e imágenes.

Al final del proceso detectamos que muchas de las actividades importantes que se habían hecho nos llevaban a la plaza del Olivo (plaza llamada así porque hace años se plantó un olivo para conmemorar el día internacional contra la violencia de género), por lo que decidimos empezar por ella.

Esta plaza ha sido testigo de la historia que se ha dado en cada uno de los barrios que la rodean, evolucionando de forma paralela a ellos.

En un principio no era una plaza, ya que formaba parte de un jardín de bloques de la zona, la recuerdan como un lugar agradable y con mucha vegetación, aunque actualmente no hemos encontrada imágenes de esa época.

Al llegar los y las vecinas a Polígono Norte y Hermandad del Trabajo, encuentran las primeras dificultades en sus nuevos barrios, pero también los primeros momentos de organización para conseguir las mejoras que necesitaban.
Posteriormente se construyen en torno a estos las barriadas de los Príncipes y Parque Norte, también con su propia idiosincrasia.

Ese terreno pasa a ser una plaza y en torno a ella se dan muchas de las reivindicaciones que se realizan en la zona, se piden colegios, institutos, centro de salud. Se consolidan las asociaciones, las cuales hacen muchas de sus actividades con el objetivo de intercambiar experiencias entre el vecindario.

Poco a poco se fue deteriorando, bien por el abandono por parte del Ayuntamiento, bien por la falta de cuidado de algunas personas. Aun así, en esa época, que ha durado más tiempo del deseado, se realizan todas estas actividades vecinales, en un intento de recuperar un espacio común.

El siguiente momento importante llega con la plantación del olivo por parte de algunas asociaciones de mujeres de la zona y centros educativos. Es aquí cuando se le empieza a llamar «plaza del Olivo». Esta se constituye como símbolo de encuentro cada vez que una mujer era víctima de la violencia machista y sigue siendo lugar de reunión para muchas otras actividades.

A partir de aquí, por parte de diferentes colectivos se pide su arreglo, se necesita una plaza limpia y habilitada para el disfrute y el esparcimiento, donde convivan jóvenes y mayores, para lo que se contó con los centros educativos de la zona a la hora de hacer el nuevo proyecto.

Todos estos momentos los queremos plasmar en la historia de esta plaza y sus barrios lindantes, para lo que hemos estado recopilando fotos, vídeos, testimonios con los que las integrantes de este grupo motor, entre quienes se encuentran representantes de La Digitalizadora y colaboradoras vinculadas a nuestros barrios, realizaremos un vídeo que difundiremos de diferentes maneras, reforzando la idea de que los habitantes de esta zona y sus actuaciones también forman parte de la historia de esta ciudad.

Una vez hecho esto, pretendemos contar con la participación del vecindario para ampliar la historia de los barrios y soñamos con generar debates donde se planteen la importancia de la actuación colectiva, con la certeza de que, si se consiguieron cosas entonces, hoy también se pueden conseguir, aunque vivamos otros momentos y tengamos otras necesidades. Quizás esto solo sea un sueño.

Pero…, ¿quién sabe? De momento trabajamos para hacerlo realidad.

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