| la cuenta de la vieja

La Dana no televisada

El 29 de octubre a las 20:11 sonaron las alarmas. Desde mi casa a 1,4 km de las zonas afectadas por el barro veía cómo la gente empezaba a desplazarse, escuchaba audios con mala calidad de algunas compañeras de militancia de Massanasa y Parke Alcosa. Nos preguntábamos qué había sucedido, había muchas llamadas, preguntas y miedo. Se juntó el exceso de información con la existencia de bulos hasta que poco a poco, al día siguiente, nos hicimos cargo de lo que estaba pasando, donde veías a toda la población movilizándose en un claro ejercicio de apoyo mutuo. Lo primero que veías era gente en bici llevando las pocas herramientas que se podían encontrar.

El primer día que pude acudir a las zonas afectadas fui a Massanasa porque algún conocido me dijo que ahí tenían herramientas, el hecho de llegar en bicicleta no era difícil y se empezaban a ver las llamadas «Colas de la Solidaridad». Nos juntamos unas quince personas, la mayoría conocidas, con bicicletas equipadas con algunas escobas o cepillos, palas, azadas o cualquier herramienta que en nuestra cabeza sirviera para limpiar el desastre al que estábamos asistiendo.

Durante los siguientes días supimos que había que combinar nuestras vidas con intentar extender el apoyo mutuo. Esta catástrofe tuvo por medio los privilegios de clase de cada zona afectada e intentaré explicar parte de la implicación de diversas personas en ellas.

Unas treinta y seis horas después, el perfil de Suport Mutu Dana empezó a funcionar como un directorio de necesidades con recursos que llegaban por la solidaridad de diversas personas, se intentó poner en contacto a voluntaries con necesidades específicas de cada lugar. En las zonas afectadas estas cambiaban de un día a otro con mucha rapidez; de esta forma la solidaridad se ejercía con un control de las necesidades, como por ejemplo, comprando en Mercadona trescientos litros de agua que llevamos a un punto de recogida. Sin duda, esta herramienta, sustentada por diversos colectivos sociales de la ciudad, fue clave en el primer momento como punto para que gente que no estaba tan organizada de normal se diera cuenta de que toda ayuda era imprescindible. Además, en ese momento, las clases estaban suspendidas, por lo que la cantidad de gente joven que acudió en un primer momento fue espectacular. Junto con Entre Barris (Plataforma de Asambleas de Barrio) se organizaron brigadas los distintos días de la semana en diferentes puntos de la zona afectada. El claro ejemplo de la diferencia entre clases es que en barrios de clase baja los bajos de los edificios eran viviendas también por lo que el impacto humano era mayor.

En esta zona el Kolectivo de Parke llevaba haciendo activismo local desde el año 1985, fomentando el apoyo mutuo, la autorganización y la creación de comunidad entre vecinas. Al minuto cero de la catástrofe, aún casi con el agua al cuello, el vecindario no dudó en acercarse al Kolectivo. Desde allí, militantes y vecinas se fueron organizando con la limpieza, logística y descarga de camiones.

Se creó un punto sanitario, así como el «Súper Popular» donde a día de hoy siguen repartiendo comida. Un espacio municipal en desuso liberado para convertirlo en el lugar donde las mismas vecinas que lo gestionan pueden adquirir víveres completamente gratis. El Kolectivo gestionó una planta del edificio para guardar los enseres que llegaban en constantes camiones como los de «La Xarxa de Ateneus i Casals», que también habían contribuido con brigadas de voluntarios para limpieza y reconstrucción. Junto al Parke, todas las entidades militantes se habían organizado con el material necesario recogido, por ejemplo por la CGT de Sevilla, que se llevó a CGT València y en función de la necesidad se entraba al Parke.

Fue CGT quien, junto a muchas entidades, empezó a convocar las manifestaciones contra Mazón. Mientras tanto, una gran cantidad de gente limpiaba, gestionaba camiones, cocinaba y coordinaba voluntarios. Alrededor del colectivo del Parke veías una cantidad de militantes de diferentes partes del Estado con sus herramientas para limpiar y reconstruir. Recuerdo impactado ver al grupo de «Chispas», de Alcorcón, abriéndose paso entre el barro. Así como la humanidad de la gente que no tenía nada ofreciéndote todo cuando les ayudabas. Otro ejemplo de esta acción de los colectivos organizados fue la respuesta de Resistencia Migrante Disidente, que junto a Parke montaron un punto de información para que las personas en proceso de regularización pudieran recuperar sus trámites a pesar de que mucha de su documentación había sido arrasada por el barrizal.

En Algemesí, pueblo de la Ribera Alta, uno de los más alejados de València ciudad, la barrancada se cebó con el barrio del Raval. Fue uno de los focos donde mucha gente voluntaria acudió porque tras una semana después de la catástrofe no habían llegado las máquinas que hacían que el trabajo fuera funcional.

Mientras, en Paiporta, el poder mediático de la derecha rancia se adueñó del discurso del descontento evitando que se hablase de que la catástrofe era consecuencia del cambio climático y que la responsabilidad de enviar una alarma era de la Generalitat y, por lo tanto, de Carlos Mazón. Ya sabemos que la extrema derecha aprovecha los momentos de crisis para intentar adueñarse del discurso y del relato, pero en estos municipios ya había gente organizando las manifestaciones pidiendo la dimisión de Mazón, que a día de hoy continúan.

La organización autónoma en los pueblos llevó a la creación de hasta ocho Comités de Reconstrucción Locales. Los comités locales, junto a los movimientos sociales, apostaron por generar «L’Acord Social Valencià», cuyo primer paso fue que desde todas las partes del Estado se exigiera la dimisión de Carlos Mazón como responsable de las 221 muertes generadas por la Dana. Aún queda mucho por hacer y si queréis ayudar podéis contribuir siguiendo las redes de @parkekolectivos y aportando en el goteo que tienen para su reconstrucción.

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