Cada vez que como en el restaurante del polígono donde trabajo para recargar energía y seguir produciendo para el sistema durante la tarde, porque si no trabajamos también por la tarde la rueda del hámster se detendría y nos volveríamos locos con tanto tiempo libre, me sorprendo aún con la cantidad y el tipo de destinatario a quien van dirigidos los anuncios que suelen poner en la televisión o en internet.
El mercado es muy listo, y dirige la publicidad mayoritariamente a la juventud, porque la juventud es el único sector de la población que aún no ha experimentado que el consumismo no da la felicidad.
Llegar a una determinada edad te da la oportunidad de haber pasado las suficientes experiencias en la vida, leído los suficientes libros, visto los suficientes contextos distintos al tuyo, pasado el suficiente tiempo solo, observando el medio y las personas de tu alrededor, y te ha permitido vivir tantas situaciones en las que la conclusión a la que has llegado es «es que soy gilipollas», que has podido aprender que lo material no produce alegría ninguna sino esclavitud, porque las cosas no se pagan realmente con dinero, sino con tu propio tiempo de vida dedicado al trabajo y ajeno a la vida en sí. Y cuántos más años tienes, más consciente eres de eso. Ahí radica la violencia con la que el sistema trata a las personas mayores, intentando desprestigiarlas antes de que sean capaces de contar a la juventud LA VERDAD: la única manera de ser libre en este capitalismo depredador del tiempo ajeno y expropiador y explotador de la salud de la gente y del medio es independizarse al máximo del consumo. Que la felicidad tenga que ver lo menos posible con cualquier producto o servicio que se venda o se compre.
El camino al agustismo es el ocio contemplativo, los buenos hábitos, el deporte al aire libre y con tu propio cuerpo, la charla con gente sabia, el pensamiento y la reflexión. Fuck the system. Mi aspiración vital es llegar a no necesitar nada.
