nº53 | farándulas

FLAMENCO, APOYO MUTUO Y PAPAS ALIÑÁS

Tu vienes vendiendo flores

las tuyas son amarillas

las mías de to los colores

Nos juntamos un día que soñamos con un espacio para poder expresarnos y tomar decisiones propias. Nos juntamos de manera espontánea, desde el sentir compartío y las miraítas de complicidad, casi sin conocernos, sabiéndonos compañeras de camino antes de que to esto se formase. Nos juntamos como un corrillo flamenco, impulsadas por las voces que se alzaban, por los sentires y las memorias que se intuían. Nos reconocimos en nuestros deseos internos de crear lugares donde compartir, comadrear, resistir y disfrutar. No teníamos dónde, no sabíamos cómo, pero nos unían las ganas.

La idea de una Peña apareció una tarde de domingo mientras veíamos un espectáculo flamenco de Carmen Ledesma. Quizá su baile tan sentío, tan gitano, tan de adentro, tan de la memoria y reivindicativo fue la chispa que encendió la llama. Quizá ver a esa mujer, a compás, desafiando con su estar al patriarcado, ocupando el espacio desde ese disfrute irreverente, rompiendo tantas expectativas patriarcales nos inspiró a soñarnos juntas. Quizá fue un conjuro o es que ya veníamos nosotras dispuestas a asarvaharlo to. Lo cierto es que esa tarde, entre papas y litros, nos preguntamos «cómo podíamos construir espacios que pudieran ser feministas, donde crear nuestras propias propuestas y construir flamenco». La cosa se fue calentando, una llama empezó a surgir de la algarabía de imaginarnos en nuestra propia Peña. Nos acordamos de las mujeres del barrio de San Diego, que algunas de nosotras habíamos conocido en un evento donde se presentó La Digitalizadora y Agenda Comadre organizado por Friday For Future. Pensamos en ellas intuyendo que iban a decir: «Sí a todo». Porque las mujeres de San Diego son potencia pura, son comadreo, son resistencia cotidiana, son flamencas desde que se levantan hasta que se acuestan. Y como así somos, en menos de dos semanas ya estábamos todas en el barrio hablando y soñando en lo que se iba a convertir en un sarvahismo flamenco donde las risas, los revuelos y las revueltas nos impulsarían a crear y comadrear.

El patio de la asociación de vecinas de ese barrio nos ha escuchado invocar a las más grandes del flamenco, pensar de forma feminista la vida, reivindicar la genealogía de mujeres y disidencias en Andalucía. Al abrigo de los jazmines y las buganvillas hemos hecho memoria, hemos cuestionado el sistema, hemos deseado construir alianzas, barrios diversos y seguros donde el fascismo, el racismo y el patriarcado no tengan cabida.

Este proyecto parte de la necesidad personal y colectiva de rescatar la sabiduría ancestral del flamenco como forma de lucha, como elemento de reivindicación para los pueblos oprimidos. Es un lugar donde reparar, valorar y memorar. Nosotras, Las Asarvahás, hemos venido a reivindicar que el flamenco, como Andalucía y los barrios, está lleno de diversidad porque es una forma de expresión que nace de los bordes donde los sujetos subalternizados: gitanos, moriscos, negros… han encontrado refugio y han expresado sus sentires. Y dentro de este relío de sentires que hay en el flamenco están las mujeres y disidencias. ¿Qué sería del flamenco sin la Paquera de Jerez? Mujer gitana y, dicen las buenas lenguas, lesbiana. Hemos venido a hacer memoria y a reivindicar el papel clave de las mujeres y disidencias en la evolución del flamenco. ¿Qué sería de este arte sin la Niña de los Peines, Pepa Oros, Tía Anica la Piriñaca y tantas mujeres que han aportado sus experiencias a este arte sentío?

Este colectivo nace para poner en valor las aportaciones actuales y pasadas de las mujeres y disidencias en el flamenco, pero no solo, también en las artes y en el mundo. Porque ya está bien de negarnos nuestros lugares y nuestros saberes. Cansadas de la queja y la rabia, nos organizamos para crear lugares que nos acojan. Queremos crear espacios pensando en la diversidad, en la accesibilidad para todo el mundo. Estos son objetivos muy ambiciosos, por eso sabemos que nunca será perfecto ni lo pretendemos. Pero este es nuestro horizonte, nuestra forma de construir el mundo. Queremos traer una propuesta donde se ponga en el centro la posibilidad de todas las personas al arte y al disfrute. Este colectivo opera desde el barrio de San Diego y es una propuesta que en sí misma quiere hacer barrio, no apropiarnos de él como hacen las lógicas capitalistas y gentrificadoras. Queremos descentralizar las propuestas culturales y que el barrio participe, dinamizar y crear en conjunto y en colectivo. El flamenco es el punto de unión para crear formas de expresión y de resistencia que nos hagan crear redes, hacer barrio, tramar, tejer y propulsar el apoyo mutuo que necesitamos para resistir con alegría y con deseo.

El flamenco (o deberíamos decir los flamencos) es el eje que vertebra nuestra primera pulsión para dar comienzo al colectivo. Porque el flamenco es apoyo mutuo, es memoria, es redes afectivas, es compartir disfrutes y deseos que luchan contra los ideales de organización capitalistas impuestos. Nos une la afición a este arte tan enraziado en nuestra cotidianidad, pero no solo. El colectivo Las Asarvahás aparece con la ilusión de imaginar espacios donde se compartan saberes, se pongan las experiencias cotidianas en el centro, donde se permita un feminismo en construcción diverso, donde ir pensándonos y poniendo las bases para revolucionar nuestras vidas y las de nuestro territorio. Hemos venido a asarvahá el mundo, a llenar los territorios de disidencias, de revueltas y de comadreos; para salir del individualismo y el capitalismo patriarcal y racista que nos quiere calladitas y en silencio. Estamos aquí para abrir nuestras bocas y nuestros cuerpos, visibles y enreás. Porque nosotras venimos a romper estas lógicas capitalistas, racistas y patriarcales, y crear lugares donde vernos y encontrarnos, donde poner el cuerpo en común, escucharnos y crear experiencias que conformen un lugar en resistencia, más ahora que tenemos al fascismo más racista y sibilino por estas tierras.

Nos apoya

La Confederación General del Trabajo (CGT) es un sindicato de orientación anarcosindicalista, es decir “de clase, autónoma, autogestionaria, federalista, internacionalista y libertaria”