«Solo quien cuestiona las reglas del juego es hermoso», canta Orihuela. Algo así originó la chispa que encendió Voces del Extremo, un festival candente y fresco tras 23 años que ha vuelto a reunir a poetas cercanos en miras, dispares en cotidiano. Mejor a la sombra, la tierra de Juan Ramón Jiménez reparte poesía, enlaza luchas y recita autogestión a través de las vivas voces que arengan los también vivos sueños.
Lxs poetas madrugan. A las 10:30 h del 30 de julio en la fundación Zenobia y Juan Ramón Jiménez saludaron políticamente las autoridades a quienes colmaban el patio. Faltaban sillas para tantas letras, los abanicos sonaban a aplausos, dedillos de los pies al aire, pantalones cortos y abrazos. Dio comienzo un nuevo encuentro de poetas cuya poesía no surge del papel, sino que surge del grito; y en el papel, quizá en un libro, queda la huella. Antonio Orihuela fue y sigue siendo el artífice y anfitrión del festival que se viene celebrando en su pueblo que es el pueblo del poeta que escribió su apellido en fonemas. Mañana y tarde del viernes y del sábado, los poemas se encadenaban en la Fundación, en la Casa Natal, en la Peña Flamenca y en las Calles, estas también con mayúsculas.
Como nos cuenta Orihuela, Voces del Extremo surge a finales de los 90 cuando en el mundo del fanzine veíamos que hacíamos una poesía que no tenía nada que ver con la oficial, esa que publicaban las grandes editoriales, y nos pareció muy buena idea recoger todas esas inquietudes y voces, y reunirnos en algún sitio para conocernos, intercambiar ideas, proyectos… Lo propuse a la fundación Juan Ramón Jiménez, les pareció una buena idea y celebramos el primer encuentro en el año 99. Pensábamos ingenuamente que si nos uníamos podríamos derrotar al canon, pero no le hicimos ni cosquillas, nos las hicimos a nosotros mismos. Eso fue lo más bonito, lo que la poesía ha hecho en cada uno de nosotros.
En esta ocasión la temática del festival ha girado en torno a la economía. Como de costumbre, una antología recoge algunas piezas de lxs participantes, corriendo esta edición a cargo de Ángela Orihuela Martín. En torno a 50 poetas llegaron cargaditxs con sus papeles para leer, sus poemas aprendidos, sus libros para regalar, otros libros para vender, para desmembrar a golpe de verso libre lo que entendemos por economía, lo que nos gustaría que fuera la economía, lo que dice la tele que es la economía, entre otras cosas. Por ello tomó un turno el Colectivo Flamencónomo que se subió al escenario tras el despliegue de una bandera de Colombia colocada boca abajo sobre la estatua de Colón de la plaza de las Monjas en la que podía leerse: «NOS ESTÁN MATANDO». Voces del Extremo es un espacio de rebeldía y libertad donde confluyen quereres y poderes. Si contamos todas las ediciones, más de 2 000 poetas de todo el mundo han pasado por Moguer. «Después de tantos años hemos formado una familia poética. En cualquier lugar de España tenemos a gente que conocemos a través de la poesía y, esa es la idea, se ha creado una comunidad difusa de poetas.»
Un festival de poesía libertaria y reivindicativa que se celebra en Moguer en julio. Nos parece una suerte, un milagro que se mantenga con el paso del tiempo. Cuando le preguntamos a Orihuela qué hace que Voces siga celebrándose cada año, nos cuenta que sobrevive por la propia autogestión, porque la gente quiere que exista. ¿Por qué no existe el festival de Poesía de Sevilla? Porque lo pagaba el Ayuntamiento, porque la gente cobra… El día que falte la pasta esos encuentros desaparecen, porque no hay nada, no hay ningún pegamento. Ha aguantado 23 años porque la gente quiere; el día que la gente no quiera, no habrá más. Eso es la autogestión.
Tachán: clase de economía poética autogestiva en pocas palabras. Además, el colectivo que conforman estas extremas voces ha participado en diversas luchas sociales:
esta red difusa que forma la gente del encuentro también te permite que se organicen cosas en sitios diversos. Ha sido una forma de activismo a lo largo de estos años que, además, se ha replicado: hay encuentros en Barcelona, Madrid, Logroño, valle del Jerte, Calendario, Sevilla y en Bilbao, que se celebrará en octubre.
Juan Ramón Jiménez es una figura presente, quizá también responsable de Voces. En su pequeño ensayo El trabajo gustoso, nos habla de una sociedad en la que cada cual se dedicaría al trabajo que más le gustara: «Trabajo gustoso, respeto al trabajo gustoso, grado sumo de la vida. Y al lado del trabajo, y en él y el sueño; es decir, nuestra vida completa, trabajará, descansará y soñará con nosotros, como una realidad visible, la Poesía.» Acercándonos a la época en la que surge este festival, Orihuela nos cuenta que «había una reivindicación social y un componente sociológico importante, ya que normalmente los poetas han sido hijos de la burguesía. Nosotros somos los primeros hijos de la clase obrera que llegan a la universidad, y nos apropiamos de un instrumento que nunca ha sido de los obreros». En cuanto a la situación actual de la poesía, el poeta considera que «tiene muy buena salud, hay muchas editoriales, es muy barato y muy fácil publicar, y hay internet. Hay mucha gente joven escribiendo, se ha ramificado a través de la música con el rap y el hip-hop, y creo que probablemente nunca se ha leído tanta poesía.
Orihuela presentó su último libro El refugio más breve. Contracultura y cultura de masas en España (1962-1982), un ensayo publicado por la editorial independiente Piedra Papel Libros, donde nos habla de las luchas y la contracultura que, con la caída del fascismo en España, atisbaron un mundo nuevo: «El poder intenta apropiarse de la cultura y delimitarla. En España, el PSOE empezó a invertir mucho dinero en cultura en los 80, pero para él todo era cultura menos lo que atentaba contra el poder, lo que lo criticaba o era antagónico. Entonces todo lo que entraba en este ámbito de confrontación no era cultura y tampoco era subvencionado.»
Esta edición se ha resumido en dos días. Hasta la pandemia el festival se prolongaba durante cinco jornadas de recitales, presentaciones y encuentros hasta la madrugada, y se ha echado de menos especialmente la presencia de lxs poetas vecinxs de Marruecos. De forma concentrada, en Moguer la poesía ha corrido por sus rincones más de lo habitual y la escultura de Platero ha sido más veces acariciada, como si, al ser tocada, surgiera en ella algo de vida. Las caricias poéticas que más nos han removido han sido: la viva voz profunda y fugaz de Ana Ontiveros; los versos galegos cantados a ritmo de pandero de Carlos Da Aira; la indagación y la sinceridad pasmosa de Ana Deacracia, y las pericias canallas a media sonrisa de Silvi Orión. Con ella acabamos este artículo, dedicándole uno de sus versos al poeta onubense Antonio Mirabent, que se nos fue hace pocos días: «Acabo de dejarte a la intemperie en el puente y me siento culpable del frío que hace».