nº43 | a pie de tajo

Destapando el campo andaluz: La hilá perdía

Entre terratenientes y manijeros, y la PAC por sombrero

Nunca es demasiado insistente empezar un artículo sobre la situación del campo mostrando nuestro apoyo al campesinado andaluz, tan históricamente pisoteado y ultrajado por exigir vivir dignamente y servirse, cuando considera oportuno, de ciertas ayudas por parte del Estado español, para sobrevivir al productivismo y al modernismo que llegaron a nuestras tierras como la cruz llegó a América en manos de los colonizadores a base de fuerza y clasismo.

La historia pasada y reciente de latifundios y terratenientes no ha variado mucho en los últimos años en nuestra tierra —su aliada la PAC tampoco—, pero hoy queremos sacar a relucir otra figura, a veces olvidada, pero que es clave para entender los entresijos del campo andaluz y que ha marcado nuestra propia experiencia: los manijeros. Dícese del que coordina o monta cuadrillas disfrazado de jornalero, haciendo de intermediario entre las trabajadoras y la gran empresa, beneficiándose del trabajo ajeno.

Cual jornaleras infiltradas nos colamos en una cuadrilla de dimensiones considerables compuesta por andaluces, pero también gentes de Rumanía y América Latina, por 20 días. Éramos cinco compañeras entre hilá y hilá viviendo en primera persona las condiciones laborales bajo las que se somete a buena parte de las jornaleras de nuestra tierra.

Este artículo no es otra cosa que un grito desesperado por destapar las miserias de nuestra tierra para con sus trabajadoras del campo. Ante el gesto cínico de la patronal y de Asaja, de llevarse las manos a la cabeza cuando la ministra de trabajo mandaba una orden general de inspección en busca de esclavitud en el campo, no nos queda otra que escupir desde adentro toda la experiencia vivida a pie de tajo. Después de esos 20 días trabajando en el verdeo sevillano queremos compartiros nuestras verdades.

Condiciones a pie de tajo

El convenio colectivo del campo de la provincia de Sevilla recoge muy claramente que el salario para el verdeo debe ser de 48.44 € por jornal, así como que las esperas durante los trabajos no correrán por cuenta del trabajador. La jornada laboral debe durar seis horas y media. El desgaste de herramientas también se debe pagar, así como un plus por kilometraje a partir del sexto kilómetro desde el pueblo de partida. Redondeando, una trabajadora se tiene que ir a su casa con 50 €. Pero la realidad es bien distinta. Cuando nos ponemos en contacto con el manijero nos dice que tenemos que llevar nuestro propio material. Que no pagaban el jornal, sino que se trabajaba a destajo, y que por cada espuerta de 25 kilos se nos pagaba 4.40 € (que luego se convertiría en 4.30 o 4.20 según conviniese al manijero). Lo que sugiere que, para poder alcanzar el salario mínimo establecido por convenio, habría que recoger más de 11 espuertas, lo que supone una cifra de 280 kilos de aceitunas recogidas a mano al día. A sabiendas de esto, el manijero con el que tratamos no para de decir que hay mucha aceituna y que se pueden coger muchos kilos, sugiriendo todo el rato que será fácil llegar a los 48 euros. Nada más lejos de la realidad.

Necesitaríamos varias páginas de este periódico para poder describir con detalle el cúmulo de incidencias que se cometen a pie de tajo. Quizás, el mayor problema al que nos enfrentamos fue el de la desorganización y la falta de medios para poder trabajar con fluidez. Todo era una cadena de trabas que impedían volver a casa con un salario digno. Debido a la gran desorganización, nos era imposible acabar nuestra hilá; siempre aparecían por la otra punta otro grupo de trabajadoras, por lo que teníamos que ir de hilá en hilá durante toda la peoná cargando las pesadas escaleras —de hierro— a distancias considerables, lo que suponía una pérdida de tiempo infinito. A esto había que sumar las largas esperas para que llegase el tractor y vaciara las espuertas. Te veías obligada a parar a veces durante horas. Cabe decir también que, de los extranjeros que nos acompañaban, NINGUNX estaba dadx de alta. Nunca conseguimos superar el número de 6 espuertas al día, es decir, ni 30 euros, en más de 6 horas y media.

Si te suena todo esto… y quieres okuparte de tu tierra, estamos empezando un proceso de denuncia colectiva, contáctanos en fasinpat<en>riseup.net.

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El Huerto del Rey Moro es, desde 2004, el mayor espacio público del Casco Histórico de Sevilla no urbanizado ni mercantilizado. Un espacio verde autogestionado por y para el disfrute y el esparcimiento de los vecinos y vecinas del barrio, donde la agricultura urbana actúa como elemento aglutinante de personas, ideas, aprendizajes y convivencia.