La palabra interina hace referencia —para la mayoría de personas— a una profesora o maestra que, en vez de ser funcionaria con unas vacaciones y un horario dignos, sufre inestabilidad laboral continua. Y es que el profesorado interino depende de una Administración que hace uso de nosotrxs no para cubrir bajas temporales, sino también para cubrir plazas anuales (vacantes) que existen durante varios cursos, por ejemplo, por jubilaciones o aumento del alumnado. Tenemos que desplazarnos a cualquier centro educativo público del territorio andaluz y tenemos 48 horas para incorporarnos y no ser expulsadxs de la bolsa, con todo el desgaste emocional y económico que implica. Tenemos que dejar atrás familia, hijxs, amistades, pernoctar en hostales, pagar dos alquileres, luz, agua, etc. De ahí que hayamos renombrado interinx por interinuchx.
La vía para conseguir la estabilidad es mediante una prueba subjetiva injusta que no elige al buen profesional evaluando su desempeño en el aula, sino a quien mejor oposita, persona que ha de estar años encerrada memorizando teoría y práctica para ser mejor que el o la compañera. Esto nos empuja a la competitividad en lugar de a compartir recursos. Además de injusto, este sistema es incoherente porque una vez aprobado el examen y prestando servicio de profesorado, nos obliga a superar la oposición cada dos años, ya que las notas caducan. Nuestra vida se paraliza para dedicarnos plenamente a las oposiciones, pues nuestros puestos de trabajo dependen de esos resultados a cara o cruz de un sistema de acceso injusto.
En este curso 2017/2018 la cifra del colectivo interino ha ascendido a un 28% de la plantilla, porcentaje que según sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, destapa un abuso de la temporalidad por parte de Administración desde el año 1997. Así, la UE pide al Gobierno reducir la elevada tasa de interinidad al 8% en los próximos años, consolidando los puestos de trabajo de su plantilla interina.
Ante esta situación extraordinaria, la solución ha sido sacar tres ofertas públicas de empleo (entre 2018-2022) en las que se incluirán muchas de las plazas no ofertadas durante la crisis. Esto encubre un ERE masivo, debido a que se van a consolidar los puestos de trabajo pero no al profesorado que está demostrando su validez diaria en el aula.
De ahí que surja el problema de la extinción del actual interinuchx. En este contexto, ha surgido un movimiento de interinxs a nivel andaluz, extendiéndose a otros territorios y otros sectores profesionales (como la sanidad y la justicia). El objetivo de este movimiento es un Plan de Estabilidad permanente, hasta conseguir un buen sistema de selección profesional que seleccione al mejor docente. «Estabilidad = calidad», «Quienes están, se quedan», «estabilidad interina» y «no somos de usar y tirar», entre otros lemas, han inundado las calles de Andalucía. Nacido como un movimiento asambleario con el apoyo de CGT, USTEA, Docentes por la Pública y CNT, creó un comité de huelga con interinos e interinas de distintas especialidades, englobando desde el cuerpo de infantil hasta la universidad, junto con representantes de asociaciones y sindicatos. Creamos grupos de trabajo provinciales y nos movilizamos con encierros, escraches a políticos y plenos parlamentarios, reunión con grupos políticos en parlamento, sentadas en las plazas de los pueblos, cadenas de coches verdes, ocupaciones… Multitud de movilizaciones en distintas provincias en el marco de una huelga que perseguía la negociación con la consejera de Educación, Sonia Gaya. A día de hoy esta consejera no se ha reunido con el colectivo interino por no considerarlo un interlocutor válido.
De ahí que sigamos frustrados y con fuerzas para seguir luchando. Contamos con la base de la unión, no solo entre las distintas especialidades, sino con otros colectivos. Por lo tanto, bajo el lema de «el pueblo unido jamás será vencido» vamos a seguir mejorando la organización y representación para poder conseguir un plan de estabilidad y un sistema de selección del profesorado que garantice la calidad que se merece la educación pública. ¡Venceremos!