nº67 | la pildorita

Luces (a veces), cámara… ¡Acción!

Con llenazo absoluto en el clásico cine Cervantes de Sevilla, el pasado mes de febrero se estrenó el documental A dos velas (Agustín Toranzo, 2025), realizado por las buenas gentes de Intermedia Producciones.

En esta película cuentan las desventuras eléctricas de algunos barrios populares —y hartos— de la ciudad, durante el que ha sido declarado como el verano más caluroso del siglo, por ahora, en el año 2022. Varios de estos barrios están también entre los más pobres —y hartos— de toda Europa.

Tras un repaso de la identidad obrera y las luchas sociales de estas barriadas, se exponen los diferentes maltratos sufridos por sus gentes, cometidos por la multinacional Endesa y su gestión prácticamente monopolizada de las infraestructuras del Estado. Entrelazando declaraciones de personas afectadas y de perfiles técnicos, se cuestionan y desmienten los argumentos que utiliza la compañía para intentar justificar de alguna manera su exclusivo interés económico, muy alejado de ofrecer servicios universales de calidad.

Aunque de carácter local, el documental muestra también patrones similares utilizados por compañías eléctricas en otras geografías, en otros continentes, dejando ver que es una injusticia de proporciones globales, y obviamente clasista, ya que, casualmente, afecta a las zonas más deprimidas y socialmente marginadas de cada población. Casualmente, causalmente, qué más da…

Otra singularidad de esta producción es la usual invitación al debate después del visionado entre algunas personas que han participado de un modo u otro en la grabación y aquellas que asisten como público, generando así un diálogo social y enriqueciendo el alcance de la proyección.

Después del bullicioso estreno, el documental se está exhibiendo mucho, en diferentes ciudades, festivales y asociaciones. De seguro, no van a faltar oportunidades de verlo, de debatir y de confabular sobre resistencia y lucha social ante tantísima hartura (pronunciada con una purísima hache aspirada).

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