nº12 | a pie de tajo

Por amor al arte

Cada año a mediados de febrero se celebra la fiesta de los Premios Goya, donde los y las profesionales de la interpretación muestran una imagen fantástica al resto de la sociedad: vestidos caros, grandes sonrisas, lujo, emociones desbordadas… Todo muy bonito, épico incluso. Pero no nos llevemos a engaño, la realidad del mundo de los actores y las actrices es bien distinta, el panorama es bastante gris. Según un estudio confeccionado por AISGE (Artistas Intérpretes Sociedad de Gestión) sobre la situación sociolaboral de este colectivo:

  • Más de la mitad de las profesionales trabajó menos de dos meses en el último año y en torno al 16% no tuvo ningún trabajo.
  • El 15% no recibe ningún tipo de ingresos por lo que se encuentra en una situación límite.
  • Más de la mitad no alcanza el nivel del salario mínimo interprofesional en sus ingresos por trabajos en el sector. Si no tuvieran otros ingresos o el apoyo familiar, estarían situados por debajo del umbral de la pobreza.
  • Algo más de dos terceras partes de los trabajadores y trabajadoras del sector se encuentran en situación de precariedad laboral (paro o subempleo).

A esto habría que sumarle que actualmente los actores y las actrices formamos parte de un sistema de producción sostenido cada vez más por el dinero público, al mismo tiempo que crece la industria audiovisual donde actores y actrices tenemos mucho menos poder que el que tradicionalmente hemos ostentado.

Toda esta precariedad está creando un entorno laboral bastante complicado y desprotegido. Además, la situación general presenta un panorama de desunión entre profesionales y sus asociaciones de representación ante las necesidades importantes del sector. Se están volviendo demasiado habituales las situaciones de abusos laborales, poniendo en riesgo los derechos mínimos exigibles: sueldos precarios, ensayos sin remunerar, incumplimiento del convenio colectivo, necesidad de insistir eternamente para cobrar, etc. Esta situación está generando que muchos actores y actrices se encuentren solas en sus reivindicaciones, sin saber qué hacer o adónde acudir.

Desgraciadamente, no existe una tradición de lucha por los derechos laborales en este gremio, exceptuando la huelga de actores de febrero de 1975 que supuso una movilización histórica. Entre otras cosas, pedían un mejor salario, el pago de las dietas y los gastos de desplazamiento, el cobro de los ensayos y el cobro de sueldos cuando se suspendía un espectáculo. Las causas que argumentaron las huelguistas entonces fueron «la agobiante situación de paro en la que se encuentra nuestro sector, junto con el incumplimiento de la reglamentación laboral por parte de las empresas…» (nos suena, ¿verdad?). Algunas de las huelguistas fueron ingresadas en prisión acusadas de pertenecer al FRAP y ETA. Finalmente, los actores y actrices tuvieron que parar la huelga a cambio de la liberación de los encarcelados.

Desde entonces, las movilizaciones han sido casi inexistentes, quizás por el poco peso que tenemos en la sociedad. ¿Os imagináis una huelga donde se cierren los teatros? ¡Qué tragedia! Se me viene a la cabeza la movilización de los futbolistas hace unos meses, solo la amenaza de huelga atemorizó a todo el país. Saquen conclusiones…

Y es que nos mostramos tan hambrientos de trabajar por la pasión de interpretar que dejamos de lado la conciencia laboral de lo que aportamos socialmente y de los beneficios económicos que producimos. No nos creemos que seamos imprescindibles en la creación de una obra de ficción o de cualquier otra índole.

Creo sinceramente que es posible e imprescindible luchar desde abajo por nuestra dignidad y para mejorar nuestras condiciones laborales. Esta lucha debe hacerse de una manera asamblearia, combativa y solidaria, ya sea desde las organizaciones existentes (como la actualmente renovada Unión de Actores de Sevilla) o bien mediante la autoorganización, de hecho, este escrito es una llamada al apoyo mutuo. Escríbeme un email si eres actor o actriz y quieres dar un paso adelante para defender tus derechos de forma colectiva.

Me gustaría terminar con un caso verídico (como diría el famoso humorista) que me ocurrió hace poco: recibí una llamada de una agencia de publicidad ofreciéndome la oportunidad de participar en la grabación de un spot publicitario; al solicitar las condiciones económicas, me ofrecieron una cantidad, de la cual la agencia se quedaría el 33% y el resto sería para pagar mi sueldo y mis seguros sociales; al escuchar esto le hablé de que existía un convenio colectivo que… pi-pi-pi… Y me cortaron la llamada en las narices. No volvieron a llamarme… y es que siempre ha habido muy mala comunicación en este gremio.

Lo que les digo, ¿por amor al arte?

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