nº3 | ¿hay gente que piensa?

La comunidad… que viernes

¿Qué le dice el eucalipto al pino? Yo, no pino.

Quien escribe, entiende El Topo como una caja de herramientas para la lucha por una vida mejor, un espacio donde se visibilice la existencia de una comunidad. El estilo telegramático surge de querer transmitir mucho con pocas palabras. Un listado de ideas claves. Esperamos que se disculpe la carencia narrativa por priorizar la transmisión de dichas ideas.

[1] Estamos en tiempos de lucha. Es primordial sentir la urgencia de que nuestras vidas están amenazadas (los derechos sociales, la subsistencia, la salud, el trabajo, el tiempo libre, la libertad misma… la alegría).

[2] De esta urgencia debería surgir una energía que nos empujara a la acción. Estamos en guerra. Es un hecho. Esta guerra no es armada (al menos, no aún) ni territorial (al menos, no solo). El escenario de batalla cruza el cuerpo. El enemigo está dentro de nosotras. Hay que tomar conciencia de que la dominación a desarmar implica transformarnos a nosotras mismas.

[3] Hay que desprogramarse, dejar de asumir los modos de conducta imperantes. Prestar atención a todo lo que nos cruza en el día a día. El orden dominante ha desarrollado complejos dispositivos para hacer, de cada persona, la vigilante de ese mismo orden. Cada una de nosotras lleva en su interior un juez, un fiscal, un policía, un inspector, un chivato. Lo llevamos grabado en la piel.

 [4] Desmontar al capital implica aprender. No somos libres, a pesar de que todo discurso dominante trate de seguir manteniendo tal ilusión para perpetuar su dominio. No somos libres, pero tenemos algo que quieren y que necesitan de nosotras, constantemente, en todo momento. En el cómo gestionamos eso nuestro (nuestra vida, trabajo, consumo, relaciones, tiempo y lugares donde desarrollarnos) con respecto a lo que nos oprime, está nuestra fuerza, promesa de nuestra libertad.

[5] Hay que pasar a una dimensión de un yo ampliado. Hay que apostar por la organización colectiva y romper el aislamiento al que nos hemos sometido. Vivimos en sociedades fragmentadas en vidas aisladas. A lo largo de la historia, la opresión y las fuerzas que la ejercen han desarrollado la consigna de guerra «divide y vencerás». Una de las armas de su triunfo.

El apoyo mutuo, la colectivización de recursos (tiempos, saberes, herramientas), los cuidados compartidos, la co-responsabilidad de decidir nuestras vidas… son los modos más eficaces de amparo frente a las fauces del sistema dominante que te reduce a tu ego-itsmo. Compartir es una experiencia transformadora. Esta experiencia te cambia por dentro y a su vez te exige dar a cambio.

[6] Aprender a convivir en colectividad es un camino difícil y lleno de sinsabores. En las dificultades, en el desentendimiento de unas personas con las otras, encontramos las situaciones que más nos hacen crecer. La razón es bien sencilla: aprender algo implica errar.

[7] Para su mayor expansión y contagio, hay que estudiar algunas claves para hacer la vida colectiva más llevadera. Este trabajo está por hacer. Avanzo un pequeño listado de recursos para sobrevivir a la autogestión colectiva. (1) Asertividad. (2) Negociación/Comunicación consciente. (3) Saber disculpar. (4) Paciencia mucha paciencia. (5) Equilibrio cualitativo y no tanto cuantitativo (el trueque). (6) Hacer habitable el mundo, pensando la casa, el ambiente (construir espacios amables y acogedores a la vida) y, por supuesto, (7) la alegría de vivir (celebración continua y diaria del hecho de estar vivas).

 La comunidad es lo porvenir… todo lo indica… lo que viene es la comunidad.

De momento, vivimos este pseudointento de fin de semana donde lo colectivo espera tras los cinco días de vida laboral. Nos toca hacer de esta «comunidad… que viernes»… esa comunidad que ya esté aquí… y siempre ahora.

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